Este proyecto está concebido como un portal: un espacio para rituales, encuentros e iniciaciones. Un recetario y un grimorio, un medio para honrar la memoria de mi tatarabuela, una espiritista que fue exiliada de mi familia por ser médium.






Así también el charco debajo de la cama y quizá por ello la cama se le volvió balsa y soñó que se ahogaba. Se ahogaba ella y con ella lo que traía en el vientre. Lo bueno de morir ahogada es que es una muerte digna, silenciosa ¿a qué más querrías aspirar, mujer niña? Sólo en tu silencio adormilado según las escrituras según toda la historia se encuentra la gracia divina.
Pero tu mar sí se tiñó de rojo. Y así la carne de tu carne nació y renació todas las veces con culpa.





Ojalá fuera distinto pero para habilitar el mundo del espíritu debe ocurrir un primer gran derrumbe, como cuando lo que creías hogar se te hace añicos, o un duelo se te convierte en hoyo negro. O una humillación te deja sin cara y sin nombre.
Las grietas son los portales del alma, la cual se desdobla cuando esta realidad se vuelve insostenible. Para entrar, ahí, a la luz, hay que fragmentarse. Así como la luz se fragmenta para entrar en nuestros ojos.
Los espíritus buenos te piden permiso tocándote la planta del pie. Los indignos te entran la casa sin avisarte y se guardan como aire debajo de la piel. Huelen raro, se sirven tus miedos, manchándolo todo de café.
No te confundas, la magia es hacer un conjuro sólo y nomás para reencantarse del mundo. Hazle caso únicamente a las deidades que te habitan el pecho.







