Tomé un curso genial con Carla Qua llamado "textiles experimentales" a través de #picnic que me abrió una puerta que me parece llevaba desde niña esperando para ser abierta, ¡la del bordado!
En el curso aprendimos toda clase de técnicas como tránsfer, subliminados, uno de mis favoritos: el suminagashi...
y en ese escritorio compartido con muchas más mujeres, y en ese breve espacio de creación, mis manos se clavaron inmediatamente en dos cosas: bordad y la idea de la geometría contrapuesta y superpuesta en formas más orgánicas y naturales.
El taller fue breve, de tres días máximo, pero la experimentación se quedó en mí mucho más tiempo, probé en casa algunas cosas y me di cuenta que necesitaba aprender algunos puntos de bordado, así que tomé unos cuantos talleres cortos más pues me di cuenta que había partes muy básicas como saber siquiera cómo empezar, para las cuáles necesitaba ayuda. Así aprendí los puntos más básicos como el de "cadenilla" que es de mis favoritos:
El último taller que tomé fue de fotobordado y así de ahí perfectamente inspirada por distintas razones, la primera y más importante, Las mujeres!
Fue la primera vez que tuve oportunidad, como las indígenas mexicanas, de bordar en colectivo, de compartir, escuchar historias, sentir identificación, la creación de lazos y de esa forma de resistencia contra cualquier adversidad de la vida.
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